Biológicamente nos gusta comer, porque no sobreviviríamos sin la energía que aporta la comida. Pero, ¿por qué nos gusta bailar y twerkear?
Desde niños, al escuchar música nos sale de forma espontánea bailar al ritmo que marca. Lo hacemos casi inconscientemente, pero vinculado directamente con la comunicación y nuestra necesidad de contar historias y expresar sentimientos a través del movimiento.
Y más sorprendente aún, antropológicamente está vinculado a la cohesión social y demostrado científicamente que un grupo tenía más posibilidades de sobrevivir si tenía una danza y podía compartir sensaciones de forma empática a través del movimiento.
En un estudio realizado por investigadores suecos, se analizaron a 112 adolescentes del sexo femenino que tenían algún tipo de molestia tanto física como emocional, tales como dolor de espalda cuello, ansiedad depresión o estrés.
A la mitad de las participantes se les pidió asistir a clases de baile cada semana, mientras que el otro grupo no asistió a ninguna.
Como resultado encontraron que quienes comenzaron a bailar, mejoraron su salud mental y disminuyeron los malestares físicos que tenían, además de que se sentían más felices. Anna Dubert, autora del estudio, señaló que la danza es un actividad a la que es fácil sumarse, además de que es una experiencia positiva para los participantes, por lo que recomienda asistir a clases de ballet, danza moderna o bailes tradicionales después del trabajo, la escuela o en el momento que sea posible.
A la hora de hablar de personas que practican TWERK Y DEPORTE tenemos dos vertientes:
por un lado están aquellos que piensan que es un sufrimiento innecesario y, por otro, aquellos que no pueden vivir sin hacerlo y que incluso su humor cambia si no lo practican. Pero, ¿por qué pasa esto?
Como muchos ya saben , hacer ejercicio hace que liberemos hormonas como la serotonina, que se libera después de hacer ejercicio, sobre todo al aire libre; la dopamina, que se encargar de transmitirnos una sensación de placer haciendo que queramos repetir la acción; y las más famosas, las endorfinas, que son las que nos hacen sentir bien inmediatamente después de hacer TWERK.
Además, las endorfinas funcionan como un analgésico natural ya que reduce la sensación de dolor, la ansiedad y el estrés.
La segregación de endorfinas no es lo único por lo que hacer deporte nos hace sentir felices. También ayuda que al practicar deporte “nos sentimos más activos, ágiles y enérgicos. Además, nuestro aspecto físico mejora, por lo que nuestra autoestima también lo hace”, explican desde Psicólogos del deporte online. Por último no hay que olvidar que hacer deporte “implica relacionarse con toras personas y este factor socializador es muy importante”, concluyen los expertos.
Deporte que nos hace felices
Según algunos estudios, dependiendo de qué actividad física realices liberarás más o menos endorfinas. Por ejemplo, los ejercicios de alta intensidad y corta duración (HIT, Crossfit…) y los entrenamientos de intensidad moderada, pero de larga duración, provocan una mayor sensación de felicidad una vez acabado el entrenamiento.